Cuando somos pequeños ansiamos ver de nuevo las estrellas, dormir una noche más y que pasen rápidamente los años para hacerse uno mayor y poder tener más libertades.
Cuando tenemos más o menos mi edad, 15, adolescencia, rebeldía, cuando se empieza a responsabilizarse un poco más de lo que requiere la vida, queremos tener de nuevo 3 o 4 años para que no nos tengamos que preocupar de nada, y volver a ser enteramente felices.
Cuando se es pequeño, todo es jugar, comer y dormir, normalmente. Te pasas el rato con los amigos, corriendo. Y un día te enfadas pero al siguiente un abrazo. Ahora, como te enfades con un amigo, tardaras tiempo en hacerlo. De pequeños, las cosas no se hacen con maldad. Eso es algo que yo, por ejemplo, echo de menos de mi desgraciada infancia. Pero bueno, supongo que no todos pensamos así.
Creo que, aunque ahora a estas alturas, la vida empiece a dar miedo, habrá que tomárselo con filosofía. Porque es lo mejor que se puede hacer. La vida tiene sus cosas buenas. Y es corta. Y por ello, hay que disfrutarla al máximo.
No soy lo que esperas, ni tú lo que espero yo. Soy el punto discordante de tu pensamiento, la partícula defectuosa que rompe la molécula. Convierto tus pesadillas en sueños, o en sueños tus putas penas. Existo para quitarte la serenidad que has conseguido a base de años, porque una vez que empieces a leerme, no podrás dejarlo, o haré que no lo dejes, porque las palabras son droga, sobre todo si las conjugas como debería hacerse siempre.
Gracias, desde el 1 de Abril de 2013
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