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Translation for you.

viernes, 15 de agosto de 2014

Ella, la que me daba la felicidad.

Tengo un nudo en la garganta más fuerte de lo normal. Me frena a llorar, a llorar desconsoladamente. Cada segundo que pasa siento que te pierdo un poco más, pequeña, y encima, que te pierdo para siempre. Siento que has traicionado mi confianza, te lo he dado todo, pero te has ido. Me siento abandonada. Me siento peor que cuando las personas se van de mi lado a causa de un error mío. Esta vez no ha sido así. Te has ido porque así lo necesitabas, pero es que yo te necesito a ti. Necesito tu sonrisa, tus abrazos, tu mera presencia para ser feliz, pero tú no lo entiendes. 
Me siento como una lágrima salada que cae por mi cara... y se esfuma. No vuelve más. Me siento usada, aunque sé que no ha sido así. Que yo he sido tan importante para ti como tú lo has sido para mi. Pero me entristece que tú puedas olvidarme tan pronto, y yo sea incapaz de hacerlo. Porque más que mi mejor amiga, eras mi hermana. Con la que hacía todo, todos los días. A la que veía a diario, y me encantaba. A la que le fallé una sola vez, y en la que me sentí tan mal como me siento ahora. Tan triste. Para que podáis comprenderme...es como perder un tesoro. Ni mil lágrimas harán que mi alma quede completamente libre porque ella era parte de mi alma. 
Por una vez, cuando he perdido a una persona no puedo decir: "No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos". No, aquí no, porque yo sabía el tesoro que tenía. Y ella no sabe nada. No sabe lo que la quise, lo que la quiero y lo que la querré. Porque ha sido la única que me ha apoyado, siempre. Que ha confiado en mi para todo, casi sin conocerme. Que ha depositado su fe en mi, cosa que nunca nadie ha hecho. Y ahora...ahora me siento sola, desamparada...y...no puedo dejar de llorar mientras escribo esto. Me sabe ya la cara igual que cuando el mar me la moja....Me siento mal, dolorida, vacía por dentro. Quiero emborracharme, olvidar, como la cobarde que realmente soy y nunca he querido aceptar ser.
Duele mucho que te digas que te quieren olvidar... de la manera que sea...que te lo diga alguien que no puedo expresar cuán importante para mi ha sido, es y será. Ella me daba la felicidad. Me lo daba todo. Y sí, puedo admitir que dependía de ella pero me da igual... porque lo que hacía ella, a mi también me gustaba. No sé exactamente por qué, pero me sentía tan unida a ella que... lo hubiera dado todo. Todo, pero no lo vio, o no lo quiso ver. 

jueves, 7 de agosto de 2014

Hugs.

Diecisiete años. Diecisiete años que me han servido para aprender que si quieres sobrevivir a esta constante lucha llamada vida hay que echarle “huevos”. Hay que ser decidido, hay que ir a por todas. Para encontrar la felicidad hay que aprender a vivir ligeros, las mínimas preocupaciones, las máximas ilusiones… Ilusión por seguir, por superarte, por querer más, por amar… Día tras día disfrutando de los pequeños placeres de la vida, con una sonrisa en la cara y apartando las lágrimas. La vida es dura, sí, pero también nosotros elegimos cual es nuestro camino. Cuánto queremos sufrir o cuánto queremos aprovechar cada amanecer de un nuevo día. El que busca, encuentra. El que da, recibe. El mejor arte para proseguir nuestra guerra personal es la improvisación. Es la manera que más se disfruta y en la que más se valora.


He aprendido que los valores son muy importantes. Ser agradecido, ser sincero o buena persona te puede llevar lejos siempre que sepas cómo usar esos dones. De nada sirve enfadarse con uno mismo por los errores, solo hay que aprender de ellos, no repetirlos, ser un poco más inteligente. Pero sobre todo, lo que más valoro yo y siendo consciente que esto lo estoy escribiendo en uno de mis ataques de nostalgia, optimismo y en una buena época de mi adolescencia, es el amor. Oh, sí, otro texto de amor. Me da igual.
 Un abrazo que te haga sentir chiquitita, que te haga sentir segura, que te demuestre que no estás sola… ¿cuántas veces he soñado por uno así? ¿Un puto abrazo que te haga sentir todas las sensaciones maravillosas que pueden existir? Sí, uno de esos abrazos en los que no hacen falta palabras para demostrarlo todo. Supongo que soy una ñoña… pero yo siempre he soñado con un beso bajo la lluvia, una rosa por San Valentín… una sonrisa cada mañana…una carta para el recuerdo...

sábado, 2 de agosto de 2014

Las cosas no son para siempre.

Bueno queridos seguidores, lo primero que tengo que decir sobre esta historia es que está escrita por mi primo, Javier Fernández, en twitter @javierinfm. Por cambiar un poco de estilo, espero que os guste. 
El pececillo se siente solo en el mar. A merced de los tiburones, u otros pescaditos mejores que él, más bonitos, con más colores…
Se siente feo, pequeño, débil, el mar es demasiado grande, los demás peces se burlan de él y se lamenta de su propia existencia. Sólo quiere desaparecer, sencillamente no existir, no tener que volver a ver a ningún otro ser vivo que le recuerde que él está solo y nadie le quiere. Se esconde en su cueva, quiere dejar de sentir, pero el dolor sigue ahí, y una vez que entras en una cueva así, es difícil salir.
Pero algo ocurre, alguien aparece en la vida del pececito, en un mundo de ciegos alguien ve lo especial que es nuestro amigo, y el pececillo es amado, y ya no es pez, si no perrito fiel a su nuevo amigo, poco a poco gana confianza en sí mismo, y fe ciega en su salvador. Lo ama. Se aman. Y algunas noches, es gata, y ronronea con su amante, se sacan las uñas y juegan a quererse y cuando eso pasa, el resto de las cosas dan igual. Por primera vez en su vida es feliz, y entiende que nació para amar y ser amada.
 Cómo todo en esta vida, las cosas, (buenas o malas) nunca son para siempre, y el amante muere, o sencillamente ya no es el que era. La gatita ya no tiene a quien sacarle las uñas y se vuelve a sentir sola, la vida no es justa, no comprende quien es. ¿Si nadie la quiere, volverá a ser un pececillo asustado? La respuesta al problema es sencilla, alguien que a nacido para amar lo tiene fácil, puede amarse a sí mismo. La gatita lo entiende y ahora es pájaro, y vuela, y vuela libre y seguro, ya no necesita a nadie, y en realidad, nunca lo ha necesitado.
 Si eres un pececito recuerda que también tienes alas, solo necesitas quererte y entender lo especial que eres para echar a volar.