Bueno queridos seguidores, lo primero que tengo que decir sobre esta historia es que está escrita por mi primo, Javier Fernández, en twitter @javierinfm. Por cambiar un poco de estilo, espero que os guste.
El pececillo se siente solo en el mar. A merced de los tiburones, u otros pescaditos mejores que él, más bonitos, con más colores…
Se siente feo, pequeño, débil, el mar es demasiado grande, los demás peces se burlan de él y se lamenta de su propia existencia. Sólo quiere desaparecer, sencillamente no existir, no tener que volver a ver a ningún otro ser vivo que le recuerde que él está solo y nadie le quiere. Se esconde en su cueva, quiere dejar de sentir, pero el dolor sigue ahí, y una vez que entras en una cueva así, es difícil salir.

Cómo todo en esta vida, las cosas, (buenas o malas) nunca son para siempre, y el amante muere, o sencillamente ya no es el que era. La gatita ya no tiene a quien sacarle las uñas y se vuelve a sentir sola, la vida no es justa, no comprende quien es. ¿Si nadie la quiere, volverá a ser un pececillo asustado? La respuesta al problema es sencilla, alguien que a nacido para amar lo tiene fácil, puede amarse a sí mismo. La gatita lo entiende y ahora es pájaro, y vuela, y vuela libre y seguro, ya no necesita a nadie, y en realidad, nunca lo ha necesitado.
Si eres un pececito recuerda que también tienes alas, solo necesitas quererte y entender lo especial que eres para echar a volar.
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