Yo también quiero que mi príncipe me ame. También quiero que respete a los demás. Quiero que me haga sonreír y que no se avergüence de mi. Quiero ver el atardecer y amanecer cada mañana con él. Que me comprenda y que confíe en mí.
¡Qué díficil es estos en estos tiempos tan malos!
No soy lo que esperas, ni tú lo que espero yo. Soy el punto discordante de tu pensamiento, la partícula defectuosa que rompe la molécula. Convierto tus pesadillas en sueños, o en sueños tus putas penas. Existo para quitarte la serenidad que has conseguido a base de años, porque una vez que empieces a leerme, no podrás dejarlo, o haré que no lo dejes, porque las palabras son droga, sobre todo si las conjugas como debería hacerse siempre.
Gracias, desde el 1 de Abril de 2013
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