Me satisface esta situación de bienestar de la que llevo disfrutando varios meses, con altibajos, pero al fin y al cabo, feliz. Me siento orgullosa de mi misma por no haber tomado la decisión drástica de terminar con mi vida. La esperanza que lleva sobreviviendo en mi corazón pero que nunca se ha apagado ahora brilla más que nunca. Soy feliz, me siento feliz y sobre todo, fuerte e independiente. Una gran sensación que me llena, y mucho. Que me hace sonreír, estar de buen humor y mejorar mis habilidades sociales sobre todo, algo que para mi es muy importante.
A menudo me paro a reflexionar sobre lo sucedido en los últimos tiempos. Es algo genial poder saber quizá cuales han sido tus errores o lo que deberías cambiar para ser mejor. Todo lo que me pasa por la mente es paz y tranquilidad. Me siento bien conmigo misma. Por una vez, tengo seguridad en que puedo con todo lo que se me ponga delante.
Como se suele decir, pasado pisado. Así está el mío. Los buenos recuerdos abundan en mi cabeza. Me hacen sonreír, me hacen ser mejor. Me dan fuerza, que es lo mejor. Y fuerza para poder ayudar a mis amigos, que para mi es lo más importante. Hacerlo hace que me sienta bien... y como siempre, voy a por todas.
No soy lo que esperas, ni tú lo que espero yo. Soy el punto discordante de tu pensamiento, la partícula defectuosa que rompe la molécula. Convierto tus pesadillas en sueños, o en sueños tus putas penas. Existo para quitarte la serenidad que has conseguido a base de años, porque una vez que empieces a leerme, no podrás dejarlo, o haré que no lo dejes, porque las palabras son droga, sobre todo si las conjugas como debería hacerse siempre.
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